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Jovenes docentes

Photo: Markus Spiske/Unsplash
Photo: Markus Spiske/Unsplash

#jovenesdocentes “Debo mi activismo sindical a mis alumnos”, por Anthony Dowling (TUI, Irlanda).

publicado 5 octubre 2019 actualizado 8 octubre 2019
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Si pasan por el cementerio de Glasnevin en las afueras de la ciudad de Dublín, puede que se encuentren con la lápida bien visible, aunque sencilla, de James Larkin. En ella está grabada la inscripción “James Larkin 1876-1947, líder sindical”. La lápida de Larkin puede ser sencilla, pero el legado que dejó es mucho más complejo.

Me llamo Anthony Dowling, soy docente de escuela secundaria, originario del condado de Meath, en Irlanda, y actualmente trabajo (y pago un alquiler) en Dublín. Empecé a trabajar en la enseñanza en septiembre de 2012 como docente en prácticas, combinando el trabajo con mis estudios en la Universidad de la Ciudad de Dublín. El apretado horario escolar durante el día y la universidad por la noche fueron algo que al principio me pareció exigente pero, armado con la conciencia de que estaría completamente cualificado para ejercer la carrera que adoraba al cabo de dos años más (la preparación docente de dos años había estado precedida por un curso de tres años de mis asignaturas preferidas), el tiempo pasó volando.

Mientras estaba concentrado en mis estudios no me di realmente cuenta de ello, pero comencé mi carrera docente en un momento de grandes cambios en nuestro país. El colapso económico, el rescate de los bancos y la posterior recesión supusieron que se produjeran grandes cambios en mi profesión de los cuales no era realmente consciente. Fue solo después de conseguir un empleo por primera vez (después de numerosas entrevistas dentro y fuera del país) con un contrato de diez horas y treinta minutos a la semana que sospeché que algo andaba mal. Tenía menos de la mitad de las horas de un docente a tiempo completo y me pagaban en proporción de ellas. A finales de mes me quedaban aproximadamente 1.100 € una vez deducidos los impuestos. El alquiler que pagaba por una habitación no mucho más grande que una caja en la que cabría su árbol de Navidad era de 550 €. Al descontar los gastos de la gasolina, el seguro y los gastos de subsistencia (150 €), descubrí que, a la respetable edad de 24 años, con un título universitario y una cualificación docente, todavía necesitaba pedir prestado dinero a mis padres para poder sobrevivir. Las dificultades financieras se exacerbaron en verano cuando finalizó mi contrato y no me pagaron durante tres meses. Me sentí perdido.

Fue en ese momento que me afilié al Sindicato de Docentes de Irlanda (TUI). Esto me ha abierto los ojos. Me di cuenta de que algunos docentes habían tenido que esperar hasta diez años para obtener un contrato de duración indefinida (un CDI, es decir, permanente) a tiempo completo. En ausencia de un CDI, podían ser sustituidos al azar al llegar el mes de septiembre y la vuelta a la escuela. Entonces entendí cómo el gobierno había tomado como blanco a los trabajadores del sector público y alterado drásticamente sus perspectivas de vida, explotando cínicamente el colapso económico del que los docentes, enfermeras y otros trabajadores no eran responsables.

Aprendí que en el sector público de Irlanda hay un sistema de remuneración de dos niveles. Aquellos que habían accedido a la profesión docente después de enero de 2011 iban a perder 51.291 € en los primeros diez años de servicio, en comparación con un compañero que había empezado a enseñar antes de esa fecha. Aprendí que aquellos que habían empezado a enseñar después de enero de 2013 iban a tener una pensión drásticamente inferior y una edad de jubilación más alta que aquellos que habían empezado antes de enero de 2013.

Estas fechas arbitrarias pueden parecer irreflexivas e irracionales. Esto es porque de hecho lo son.

En Irlanda también nos enfrentamos a una crisis inmobiliaria y a un problema debido al coste del alquiler. La semana pasada, un compañero mío fue a ver un apartamento de una habitación en el jardín trasero de una casa de Maynooth, cerca de Dublín. A los futuros posibles inquilinos les pedían un alquiler de 900 € al mes. No es de raro que las personas que alquilan habitaciones paguen entre 650 € y 700 € al mes. Para un docente que empieza con un contrato de once horas y, por lo tanto, gana aproximadamente 1.200 € al mes, obviamente esta situación no es viable.

¿Cuál es la alternativa? Algunos dicen que deberías dejar tu trabajo y dedicarte a otra carrera. Otros dicen que podrías dejarlo e irte a Abu Dhabi. Bueno, estas sugerencias no son soluciones viables. ¿Por qué marcharse y eludir el problema? Esto significa que admitimos la derrota. No. Como afiliado a un sindicato que representa a los docentes, siento que debemos luchar contra las directivas represivas y draconianas que han deteriorado nuestra profesión.

James Larkin fue un gran sindicalista irlandés/escocés. Creó el Sindicato General Irlandés de los Trabajadores y el Transporte (ITGWU) y el Sindicato de los Trabajadores de Irlanda. Luchó por los derechos de todos los trabajadores. Se enfrentó a fuertes críticas, fue atacado por los medios de comunicación, pero mantuvo su postura firme hasta el final. Hoy en día, determinadas ramas de los medios de comunicación siguen atacando su legado. Se unen al gobierno en su esfuerzo por enfrentar a los trabajadores del sector privado con los trabajadores del sector público, entre ellos los docentes. Pretenden debilitar nuestra campaña por la igualdad salarial. Se publican regularmente cifras y titulares engañosos sobre el salario de los docentes, que no se pueden defender si se indaga bajo la superficie. Todo esto tiene la intención de ir en detrimento de nuestra profesión.

La idea del sindicalismo es que existe un desequilibrio entre el trabajador y su empleador. Como sindicalistas y educadores, siempre debemos luchar por obtener la mejor paga y las mejores condiciones posibles. Como educadores, ¿qué ejemplo daríamos a nuestros estudiantes si no intentáramos eliminar la desigualdad salarial? Como educadores, alentamos el pensamiento crítico y la igualdad para todos. Entonces, ¿cómo podríamos ignorar la desigualdad o aceptar mansamente que para los trabajadores jóvenes, incluidos los docentes, tener la esperanza de formar una familia ya no es una aspiración realista por falta de medios adecuados? Decepcionaríamos a nuestros estudiantes si les diéramos un ejemplo tan pusilánime.

Por lo tanto, no lo haremos.

Tal como declaró Larkin con desafío: “Nos han golpeado, no podemos negarlo, pero no nos han derrotado hasta el punto de que no no podamos seguir luchando”.

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El tema del Día Mundial de los Docentes de 2019 es "Los jóvenes docentes: El futuro de la profesión". Para celebrar la ocasión, estamos lanzando una mini-serie de blogs que presentan las voces y experiencias de los jóvenes profesores y del personal de apoyo a la educación. Esta es una oportunidad de escuchar directamente a los jóvenes profesionales de la educación y a los jóvenes sindicalistas y descubrir sus historias: qué los atrajo a la profesión, los desafíos a los que se enfrentan y sus planes para el futuro.

Si eres un joven profesor o personal de apoyo a la educación, o si te has incorporado recientemente a la profesión, no dudes en contribuir a la serie y hacer que se escuche tu voz. Por favor, póngase en contacto con Sonia en Sonia.grigt@ei-ie.org.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.