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Día Mundial de los Docentes

#DíaMundialdeLosDocentes | Lecciones de la pandemia: “La tarea de la educación pública: un futuro equitativo e inclusivo”, por Armand Doucet.

publicado 1 octubre 2020 actualizado 6 octubre 2020
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En tiempos de crisis, salen a la luz verdades ocultas, y la que se ha desvelado es que nuestra humanidad colectiva tiene problemas. Para salir adelante, espero que el profesorado desempeñe, y creo que así lo hará, un papel de liderazgo para crear un futuro que se fundamente en la inclusividad.

Mientras veía el reciente debate presidencial estadounidense no pude evitar pensar que el moderador debería haber sido un docente de parvulario, porque podría haber utilizado todos los elementos del libro de Robert Fulghum Las cosas importantes las aprendí en el parvulario. Esta obra aborda muchos aspectos, incluyendo modales y comportamientos adecuados, así como nuestra humanidad colectiva, y termina con la excelente frase: “Y sigue siendo cierto, no importa la edad, que al salir al mundo es mejor tomarse de la mano y no separarse”.

En los últimos 150 años, se han logrado victorias duramente ganadas gracias a las principales luchas sociales “tomarse de la mano y no separarse”. Las mujeres tienen derecho al voto; la educación primaria es casi universal; los derechos LGBTQ2IS+ han evolucionado; la poliomielitis ha sido erradicada, y se alcanzaron muchas otras conquistas simplemente mediante la unión. Fueron dolorosamente lentas en muchos casos. ¿Era el mundo perfecto antes de la COVID? Definitivamente, no. Muchas batallas seguían pendientes, como la de “Las vidas negras importan”, el “Yo también” y el movimiento de reconciliación. La era digital ya estaba trastornando la sociedad a un ritmo increíble al ejercer una intensa presión sobre los pilares institucionales de la democracia, ahondando la brecha de la inequidad y poniendo en peligro las oportunidades para que la humanidad siga haciendo lo posible por crecer y desarrollarse unida.

Aun cuando estos modelos pueden haber comenzado en la era digital, la COVID ha acelerado y amplificado claramente la brecha de inequidad, que aumenta a un ritmo alarmante, causando estragos en todos los sectores. Las fallas y las brechas en todos los aspectos de nuestras sociedades se encuentran ahora al descubierto; podemos verlas y constatar que el progreso no ha incluido a todas las personas, que no ha sido equitativo. La confianza en nuestras instituciones se ha diluido, lo que ha socavado nuestro diálogo, nuestra humanidad y la decencia común. Por ello, no es aceptable un retorno a la normalidad. Necesitamos reconstruir algo mejor, y hacerlo de manera inclusiva y equitativa.

No nos equivoquemos, dondequiera que nos encontremos en el mundo, el progreso ha ido de la mano de una educación pública fuerte, pero este progreso no ha sido compartido por toda la sociedad. Por consiguiente, las decisiones que tomemos a micro y a macroescala en esta crisis han de perseguir una educación pública más equitativa e inclusiva para todo el alumnado.

APRENDIZAJE A MICRO Y A MACROESCALA

  1. Confianza, relaciones y autonomía profesional: La confianza es la piedra angular de toda relación. El debilitamiento deliberado de la educación y del profesorado en los últimos diez años ha generado una tormenta perfecta en muchas partes del mundo. Es posible distinguir con claridad la diferencia entre las escuelas basadas en la confianza y aquellas que han optado por la gestión a microescala durante esta crisis. La autonomía profesional es indispensable para resolver la infinidad de problemas causados por esta pandemia, pero para ello se requiere de un entorno de confianza que se logra dedicándole tiempo.
  2. Bienestar del profesorado: La carga de trabajo se ha duplicado. La escuela primaria y la secundaria de ambos ciclos están satisfaciendo demandas que se revelan poco realistas en este momento, como el número de horas de servicio; el plan operativo sanitario; las necesidades del alumnado; cuestiones digitales, de equidad, motivacionales, por no mencionar la planificación del aula y la enseñanza virtual al mismo tiempo. El profesorado está agobiado, abrumado, agotado, y solamente llevamos cuatro semanas de clases. Además, el docente o la docente ha de navegar en los problemas digitales al tiempo que se ha convertido de facto en un profesional de la salud y de la limpieza dentro del aula. Esta situación es insostenible. El profesorado necesita dar a conocer su realidad y hay que explorar todas las soluciones para aliviar su carga de trabajo y evitar su agotamiento generalizado.
  3. Reinventarnos: Durante la pandemia, se nos pidió que nos reinventáramos: cómo construir estas relaciones fundamentales, nuestra práctica pedagógica, la logística, la tecnología, el pensamiento computacional y los nuevos procedimientos sanitarios, etc. Es como ser arrojado de un avión e intentar fabricar un paracaídas casi con nada más que ingenio. Los docentes y las docentes conocemos la importancia fundamental de la educación y nos apasiona esta función pública tan importante. Una reinvención como esta requiere una cantidad ingente de horas de desarrollo profesional.
  4. La verdad sobre el mito de la tecnología: Aun cuando la enseñanza en línea ha sido un parche extraordinario en este tiempo de COVID-19, la tecnología no fue capaz de reemplazar la experiencia de aprendizaje que preveían los defensores de la tecnología de la educación. Aprender es una labor ardua y muy personal, que depende en gran parte de la confianza entre estudiante y docente, así como de la autonomía y dela capacidad del estudiante o la estudiante para tomar libremente sus decisiones. La oportunidad es fundamental. Los profesores y profesoras utilizan el lenguaje corporal y miran a los ojos de su alumnado para saber cuándo hacerle esforzarse, cuándo dar una pista y cuándo dar la solución completa. Por no hablar de cuándo el contenido debe quedar en segundo plano para hacer frente a un mayor estrés debido al trauma socioemocional que representan el aislamiento, la disminución de los ingresos económicos, la inseguridad alimentaria y la pérdida de seres queridos. La tecnología es una herramienta maravillosa para complementar la enseñanza moderna, a diferencia de la pandemia de 1918, cuando no existía. Pero NO es una solución global para la reconstrucción. Es una mera herramienta.
  5. Evolución de la educación: La educación debe perdurar, pero no en la forma en que nos han hecho creer. La educación pública ha estado a la vanguardia de la evolución del mundo en los últimos 100 a 150 años y está preparada para actualizarse. La COVID ha puesto de manifiesto que estos cambios deben entrañar la reducción de la brecha de equidad, aprovechar la integración tecnológica ética acompañada de una excelente pedagogía y cultivar las relaciones, “Maslow antes que Bloom”. Curiosamente, la primera víctima de la educación durante la COVID-19 fueron las pruebas estandarizadas, que se dejaron al margen durante la pandemia. La COVID nos ha recordado con meridiana claridad cuáles deberían ser nuestras prioridades en el futuro. Las pruebas estandarizadas para medir la responsabilización deben ser reemplazadas por un sistema basado en la confianza que ayude a los niños y las niñas a desarrollarse plenamente en todos los aspectos de su vida, aprovechando sus puntos fuertes.
  6. Colaboración y confianza: Los constantes ataques al profesorado en algunos lugares han creado situaciones en las que nadie ha salido ganando. La confianza entre el profesorado y las instancias gubernamentales y entre el profesorado y la comunidad se ha visto completamente erosionada por la politización de la educación, motivada esta por el interés de la privatización. Además, es evidente que las relaciones entre el profesorado y los gobiernos son fundamentales. Aquellos que han mantenido una estrecha colaboración son los que han tenido más éxito durante esta pandemia, como Dinamarca, Argentina, Escocia y Nueva Zelanda. Los sistemas que se encuentran en dificultades son aquellos en donde la confianza se ha visto erosionada por un diálogo áspero, tomas de posición públicas y politización de los problemas educativos.
  7. Educación Pública. No a la privatización: Estamos viendo cómo prolifera la enseñanza exclusiva para ricos. Ya hay medidas de austeridad. La privatización de la enseñanza improvisada en pequeños grupos a raíz de la COVID y la proliferación de escuelas concertadas donde imparten no profesionales amenazan el tejido mismo de una democracia equitativa equilibrada, que amenaza a su vez a nuestra humanidad.
  8. La brecha de equidad: La brecha de equidad es el mayor problema que impide a nuestros hijos aprender y alcanzar plenamente su potencial. Rápidamente descubrimos que la escuela, además de nutrir los corazones y las mentes de nuestro alumnado, también es una de las principales fuentes de alimentación y proveedora de muchos otros servicios. El cierre de las escuelas ejerció un impacto más allá del plan de estudios y del desarrollo socioemocional. Incluso en los lugares más favorecidos, las escuelas responden a una necesidad social significativa.
  9. La conectividad a Internet: Debería ser un derecho humano al igual que el derecho al agua potable. Cierto número de estudiantes y profesores y profesoras estaban preparados para pasar al aprendizaje de emergencia en línea en solo un par de días tras el cierre de las escuelas, ya que contaban con conexión, dispositivos, recursos digitales, profesorado experto en informática y una plataforma con suficiente capacidad. Entonces se constató la enorme dimensión del problema de la inequidad tecnológica. No todas las familias disponen de ella; algunas viven en zonas sin banda ancha; no todos los y las docentes tienen recursos o la formación necesaria en el uso de soluciones informáticas, y hay zonas que todavía no disponen de plataformas seguras y uniformes.
  10. Proteger el derecho a la educación: Necesitamos proteger la integridad de la educación pública. Una mentalidad corta de miras y la toma de decisiones con vistas a corto plazo están carcomiendo los derechos tan duramente conquistados de nuestros hijos e hijas. Los estudiantes y las estudiantes son objeto de presiones por parte de empleadores y de sus familias para trabajar los días que no tienen escuela, o para que la abandonen por completo por muchas razones diferentes. La juventud siente que no puede decir que no porque tanto ellos y ellas como sus familias necesitan el dinero que ganan. Debemos proteger el carácter sagrado de la educación de nuestros hijos e hijas.

Tengo la esperanza de que el mundo aprenda en este Día Mundial del Docente que nuestra humanidad colectiva no puede darse por sentada. Y confío en que nuestro aprendizaje colectivo nos lleve a un verdadero cambio inclusivo en la educación.

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El 5 de octubre, la Internacional de la Educación celebra el Día Mundial de los Docentes con una transmisión virtual de 24 horas alrededor del mundo. Docentes de todos los rincones se reúnen para compartir lo que han aprendido en su profesión y cómo asegurar que avancemos hacia una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y todas.

El programa completo, que incluye a docentes del mundo entero, así como presidentes, primeros ministros, ministros de educación, directores de organizaciones internacionales, conocidos periodistas y científicos, un Premio Nobel de la Paz, y muchos otros, está disponible en https://www.5oct.org/es/programa/.

El evento es transmitido en directo a través de todas las plataformas de la Internacional de la Educación, y pueden registrarse aquí.

Todos los enlaces de streaming están disponibles en >www.5oct.org/watch/>, con interpretación en inglés, francés, español, árabe, portugués, ruso y japonés.<>

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