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Mundos de la Educación

“La COVID-19 y la educación en Corea del Sur”, por Hyunsu Hwang.

publicado 24 abril 2020 actualizado 24 abril 2020
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La COVID-19 genera miedo en todo el planeta y constituye una tremenda amenaza para todos los niveles de nuestra vida. Afecta a todas las personas del planeta. El escenario que se nos presenta nos resulta familiar, en cierto sentido, pues nos recuerda a escenas de películas. Pero lamentablemente se trata de una situación real y sin precedentes en la historia de la humanidad. Todos los países se enfrentan a este reto, aunque los daños pueden variar de un país a otro. Como ningún país es capaz de resolver este gran problema por sí solo, la única manera de superar la pandemia es mediante esfuerzos colaborativos entre países.

En Corea del Sur, el primer caso se confirmó el 20 de enero de 2020, el mismo día que en los Estados Unidos. El Centro Coreano para el Control y la Prevención de Enfermedades (KCDC, por sus siglas en inglés) pasó inmediatamente, en términos de nivel de emergencia, del “estado de atención” al “estado de precaución”. La rápida y efectiva actuación del Gobierno logró minimizar el impacto del virus. Hasta el 19 de febrero, en Corea solo se habían registrado 29 casos confirmados y no se había producido ninguna muerte. Mucha gente empezó a quitarse la mascarilla en la calle porque los casos confirmados eran muy pocos y porque la preocupación de la ciudadanía disminuyó. Los coreanos creían que el brote desaparecería pronto. Pero la situación empezó a cambiar radicalmente. El 19 de febrero se produjo un brote masivo en la ciudad de Daegu, al sureste del país, entre los miembros de un grupo religioso denominado Shincheonji (Iglesia de Jesús). Los miembros de Shincheonji habían estado en contacto con un vector “supercontagioso”: la 31.ª paciente confirmada, que acudió a varios servicios religiosos en la iglesia y estuvo en contacto con muchas personas en el templo y en una funeraria. El 23 de febrero, el Centro Coreano para el Control y la Prevención de Enfermedades elevó el nivel de alerta a “grave”, la cota máxima. Las cifras de casos confirmados empezaron a aumentar en progresión geométrica. El 26 de febrero había 1146 casos confirmados y se habían producido 11 muertes. Corea del Sur se convirtió en el segundo país del mundo con mayor número de pacientes, después de China. En ese momento, había 77658 casos confirmados en China y 53 en los Estados Unidos. Debido a la rápida propagación del virus, el Gobierno aplazó la apertura de las escuelas, en un primer momento, del 2 al 9 de marzo, y luego la pospuso hasta el 23 de marzo. La apertura de los centros educativos volvió a retrasarse al 6 de abril. A fecha del 20 de abril, en Corea del Sur se habían registrado 10674 casos confirmados, 8114 personas habían sido dadas de alta y se habían producido 236 muertes por la COVID-19. Según el KCDC, las nuevas infecciones del virus permanecen por debajo de 20 al día.

Las escuelas abren en línea

Para el Ministerio de Educación, la apertura de las escuelas era una de las mayores preocupaciones y no debía posponerse más porque los padres y los estudiantes no podían esperar indefinidamente. En especial, los alumnos de 12.º curso debían prepararse para los exámenes de entrada a la universidad y los de 9.º curso debían estar listos para acceder a la escuela secundaria. El 31 de marzo el Ministerio de Educación anunció que se mantendría el cierre de los centros escolares a no ser que se contuviera el virus, pero que el 9 de abril comenzarían las clases a distancia en línea a nivel nacional para los alumnos de 12.º y 9.º y, una semana más tarde, el 16 de abril, para los alumnos de los demás cursos. El Gobierno propuso que se ofrecieran tres tipos de clases a distancia en línea: 1) clases interactivas en línea y en directo entre profesores y alumnos; 2) el uso de contenidos en línea previamente grabados; 3) clases en línea basadas en tareas. Los profesores de cada escuela podían elegir un tipo de clase o una combinación de varios tipos. Después del anuncio, los maestros comenzaron a preparar sus clases en línea para impartirlas a partir del 9 y el 16 de abril, en función del curso. El 9 de abril comenzaron las clases en línea en todo el país para los alumnos de 9.º y 12.º; hubo problemas técnicos, pero por lo general la apertura de las clases en línea fue un éxito. La tasa de asistencia en todo el país ha alcanzado el 98%. La mayoría de los estudiantes se inscribieron en línea y asistieron a las clases. El 16 de abril, los profesores de los cursos 4.º a 8.º y de 10.º y 11.º comenzaron las clases a distancia en línea. Y los de 1.º a 3.º comenzaron el 20 de abril sin mayores contratiempos.

Más allá de la brecha digital

Corea del Sur dispone de una red de Internet muy potente y estable en todo el país. Los conocimientos de los docentes sobre el uso de diversas TIC son excelentes. Cuando el Ministerio de Educación anunció la introducción de las clases en línea el 31 de marzo, a los profesores y a los padres les sorprendió mucho la noticia, pero los docentes enseguida empezaron a prepararse para sus clases, pues hemos desarrollado una serie de herramientas en línea a escala social que se adaptan a las nuevas circunstancias.

En el caso de los estudiantes, la mayoría tiene equipos electrónicos, como smartphones, ordenadores portátiles, ordenadores de sobremesa o tabletas. Los 1000 estudiantes de mi colegio cuentan con algún dispositivo electrónico para el aprendizaje y la enseñanza. Los docentes de Corea del Sur están planteando ahora nuevas ideas y técnicas para sus clases en los entornos en línea. No obstante, hay algo que inquieta mucho a los profesores: si las clases en línea se prolongan, los estudiantes podrían verse directamente afectados, sobre todos los más desfavorecidos. No nos preocupa demasiado la brecha digital, pero sí la brecha socioeconómica entre los estudiantes. En las familias que tienen un nivel socioeconómico más alto, los padres pueden brindar más asistencia a sus hijos contratando a un tutor privado que les ayude con las clases en línea, o enviando a sus hijos a costosos centros privados donde se ayuda a los estudiantes a seguir las clases en línea. En cambio, los estudiantes pobres se quedarán solos en casa, sin ningún tipo de asistencia, porque sus padres irán a trabajar para ganarse la vida. Puede observarse la misma situación entre las zonas urbanas ricas y las zonas rurales pobres. Educación implica interacción personal. Aunque algunos dispositivos digitales puedan aportar materiales suplementarios, los seres humanos tienen que interactuar para aprender unos de otros.

Trabajadores considerablemente afectados y vulnerables: el personal de apoyo a la educación

En Corea del Sur los docentes gozan de una posición estable en comparación con otros empleos. A pesar del brote masivo del virus y del cierre de los centros escolares, los salarios de los docentes no se modificaron y permanecieron fijos con arreglo a un sistema de pago basado en la antigüedad. Sin embargo, la situación no es la misma para el personal de apoyo a la educación, principalmente los trabajadores de los comedores escolares. Durante las vacaciones escolares no se les paga y las escuelas tenían que haber abierto el 2 de marzo. Esta fecha tuvo que posponerse. Los trabajadores de los comedores escolares se encontraron con dificultades vitales, puesto que necesitan trabajar para poder ganarse la vida. La Confederación de Sindicatos de Corea (KCTU, por sus siglas en inglés), que incluye el sindicato de profesores y las uniones sindicales del personal de apoyo educativo, denunció este problema y presionó al Gobierno para que tomara alguna medida al respecto. El Gobierno reconoció la gravedad de la situación y propuso una solución. El Gobierno pidió a los trabajadores de los comedores escolares que acudieran a la escuela a partir del 23 de marzo y ahora están preparando la reapertura de los centros, limpiando las instalaciones de los comedores y recibiendo formación complementaria.

Reacción del sindicato de docentes

Tras el brote masivo de la COVID-19, el Sindicato de Docentes y de Trabajadores de la Educación de Corea (KTU) lanzó una campaña de recaudación de fondos para los estudiantes, padres y miembros del personal de apoyo a la educación que se hubieran visto afectados negativamente por la COVID-19 en Daegu. En cuestión de una semana se había recaudado cerca de 100000 USD. El KTU entregó las donaciones a los estudiantes, padres y miembros del personal de apoyo a la educación en dificultades. El KTU ha trabajado de diversas maneras con las autoridades educativas nacionales y regionales, como, por ejemplo, realizando consultas, publicando declaraciones conjuntas y estableciendo programas de estudios. El sindicato de docentes ha desempeñado un papel crucial en esta situación de pandemia, haciendo de puente entre el Ministerio de Educación y los docentes. Desde que las instalaciones escolares se cerraron el 2 de marzo, el KTU está insistiendo en la preparación de los docentes para la asistencia urgente a los estudiantes jóvenes y para las clases en línea.

Muchos medios de comunicación extranjeros han elogiado la forma en que Corea del Sur ha afrontado el virus. En febrero, Corea del Sur registraba la segunda mayor cifra de casos confirmados y muertes, pero ahora tenemos un reducido número de casos confirmados y de fallecimientos. Todo el mundo está de acuerdo en esto. Uno de los motivos es que a la población no le preocupa someterse a un examen médico ni tener que ser hospitalizada, pues toda la ciudadanía surcoreana está cubierta por un seguro nacional de salud y la mayor parte se siente protegida por el Gobierno. Un sólido sistema de salud pública es esencial para luchar contra una pandemia y hoy en día disfrutamos de la victoria de un sólido sistema de salud pública. Al igual que un sólido sistema de salud pública, una sólida enseñanza pública también es vital para las generaciones futuras. Nuestra salud y nuestra educación resultan mucho más importantes que los beneficios de codiciosas corporaciones. Es el momento de preguntarse para qué existe una nación. Pensemos en ello.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.