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Mundos de la Educación

Empoderar al profesorado en la era de la Inteligencia Artificial: ¿Y ahora qué?

Parte 3 de 3

publicado 25 enero 2024 actualizado 29 enero 2024
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Cuantos más conocimientos adquiero, más consciente soy de lo mucho que no sé, lo que me reafirma en mi objetivo de seguir aprendiendo toda la vida.

Pero si hay una certeza evidente en esta época de cambios vertiginosos es que el momento de actuar es ahora.

Como docentes, debemos participar activamente en la era de la Inteligencia Artificial (IA); no podemos permitirnos ser meros testigos. La IA generativa se ha introducido en nuestras aulas, escuelas, universidades, comunidades y plantillas. Aunque hay quien ve esta situación como una crisis, para mí es una oportunidad de oro. ¿Qué opciones ofrece la IA generativa para mejorar los métodos de enseñanza actuales, facilitarnos la vida gracias a procesos de trabajo más inteligentes, o aumentar las capacidades y habilidades de nuestro alumnado? Toda la comunidad educativa sabe que la reflexión es el primer paso para lograr cambios sustanciales y eso es lo que debemos hacer ahora: reflexionar sobre cómo avanzar de forma positiva.

Sin embargo, este optimismo no es universal debido a diversos motivos de peso.

Lidiar con los aspectos éticos en la práctica

Cuando intentamos integrar la IA generativa en los entornos educativos, la realidad nos pone ante una compleja red de consideraciones éticas. La primordial es proteger a nuestro alumnado y nuestra profesión, teniendo presentes todos los aspectos sobre confidencialidad y seguridad de los datos. Es esencial que nuestras herramientas de IA generativa y el uso que hacemos de ellas no solo cumplan las políticas vigentes, sino que además se adapten a un panorama tecnológico en constante cambio, que trasciende las capacidades y normativas actuales. También es crucial gestionar los posibles sesgos de los algoritmos de la IA generativa y asegurar la transparencia en su funcionamiento y en los procesos de toma de decisiones. Otro elemento al que tenemos que enfrentarnos como docentes y desde los equipos directivos escolares es la brecha digital. Para evitar exacerbar las desigualdades educativas, en especial en zonas socioeconómicamente desfavorecidas, es fundamental asegurar un acceso equitativo a las herramientas de IA generativa. Este esfuerzo debe ir acompañado del asesoramiento de profesionales de la educación que cuenten con una cualificación adecuada. Por otra parte, debemos preparar al profesorado y al alumnado para hacer un uso ético de la IA generativa. Eso implica incorporar la integridad académica y la ética de la IA en la formación docente, los cursos de desarrollo profesional permanente y el plan de estudios, con el fin de fomentar decisiones informadas y responsables.

Todo ello, junto con la búsqueda de un equilibrio entre las aplicaciones innovadoras de IA generativa y las prácticas educativas que ya han demostrado su utilidad, subraya la exigencia de evaluar detenidamente la influencia de la IA en el desarrollo y el aprendizaje del alumnado. En medio de este complejo entorno, debemos centrarnos en crear una realidad educativa aumentada mediante IA en la que los avances no se restrinjan a lo tecnológico e incluyan la ética y la inclusividad.

Apoyar al profesorado durante el proceso

Pero estos no son los únicos aspectos de la IA generativa que nos inquietan. Según una reciente encuesta de EdWeek, "dos de cada tres docentes todavía no han usado herramientas de IA en sus clases". Los motivos engloban la dedicación a temas más urgentes, la preocupación por la dependencia del alumnado y la pérdida de conciencia crítica y la falta de conocimientos o ayuda para poner en marcha la IA. Estas dudas, que han surgido en mis conversaciones con colegas a escala local e internacional, destacan la necesidad de precaución. Hemos de evitar los errores del pasado al adoptar nuevas herramientas y pedagogías y no sucumbir a la desinformación azuzada por el miedo.

De hecho, necesitamos directrices detalladas, desarrollo profesional y establecer sistemas de retroalimentación que nos permitan valorar y ajustar los procesos a medida que avanzamos. No obstante, no podemos ignorar esta nueva realidad. De acuerdo con mi experiencia, está claro que, con una visión y estrategias bien definidas, la IA generativa puede ayudarnos a no trabajar más, sino mejor. La utilización de estas herramientas debe basarse en enriquecer nuestras prácticas, ayudarnos a concebir las clases del mañana, entender la función de la IA generativa y estudiar vías para ahorrar tiempo y dedicarlo a tareas más importantes. Y eso implica generar ideas para actividades, materiales e investigaciones, así como transformar nuestros métodos de evaluación y enseñanza para optimizar el aprendizaje académico. La consecución de estas metas requiere un estudio detenido, imaginación, conversaciones, debates, planificación y tiempo.

Aunque entiendo que como docentes tenemos múltiples prioridades, y que la ayuda y el desarrollo profesional no han llegado con suficiente rapidez, es inevitable constatar que la IA generativa difiere de otros cambios que hemos vivido en la educación. La IA generativa está por todas partes, revolucionando el mundo del trabajo a un ritmo exponencial, y también transformará nuestras obligaciones profesionales, las prácticas de enseñanza, la forma de aprender y otras muchas cosas.

A pesar de que es importante, no se trata únicamente de enseñar IA, sino de cómo usar la IA generativa en todas sus dimensiones. Se precisa un enfoque de incorporación de la IA realmente integral, desde la enseñanza infantil a la universitaria, para que el profesorado y el alumnado puedan aprovechar esta oportunidad de un modo equilibrado. Para repensar la educación en la era de la IA, hemos de rememorar nuestras luchas históricas ante los cambios educativos. El equilibrio, que la práctica educativa obvia con frecuencia, es la clave.

Desarrollar y corregir los enfoques sobre la marcha

Los estudios sobre educación suelen ser demasiado específicos como para ponerlos en práctica sin valorar sus repercusiones de carácter general, tanto positivas como negativas. Surge una nueva tecnología y pugnamos por entender cómo encaja en nuestras aulas, en las escuelas y en el sistema en su conjunto. Cualquier cosa puede tener un efecto positivo, pero también causar un daño colateral. La aplicación de políticas o directrices inflexibles, que no tienen en cuenta las variaciones contextuales, a menudo plantea problemas; lo mismo sucede cuando somos incapaces de corregir el enfoque siguiendo un modelo de prueba y error o, lo que es peor, cuando obviamos lo que, según nuestro criterio profesional, sería una aplicación errónea. La educación es compleja e inherentemente humana; por tanto, la adaptación debe ser la respuesta natural cuando detectamos que las cosas no son perfectas. No es habitual que la puesta en práctica de estudios, nuevas pedagogías, políticas o tecnologías educativas resulte rápida y sencilla.

Por consiguiente, abogo por encontrar un equilibrio desde la docencia, la dirección escolar y el diseño de políticas. Debemos iniciar conversaciones difíciles, enfrentarnos a la realidad y aceptar de buen grado la incomodidad durante un tiempo. Una de las razones de las reticencias del profesorado recogidas en la encuesta que he mencionado antes es la falta de recursos y apoyo. Sin embargo, ya se están elaborando directrices y políticas en estados como California, Oregón, Virginia Occidental, Carolina del Norte y Washington. Y lo que más me emociona es que se consideran documentos de trabajo.

En el proceso de poner en marcha, probar, aprender, reflexionar y corregir no debemos renunciar a nuestros sólidos cimientos profesionales, que se basan en estudios pedagógicos concluyentes. No podemos desprendernos de todo lo que sabemos que funciona en nuestra práctica y en el aprendizaje del alumnado. La integración de la IA generativa en la enseñanza no será ni deberá ser homogénea en todos los ciclos educativos. Urge debatir con calma y en profundidad para entender qué puede y qué no puede hacer la IA generativa, cómo deberíamos implantarla en función de la edad y las capacidades del alumnado. Y eso incluye cómo usar la IA generativa en todas sus dimensiones, además de enseñarla y de enseñar a utilizarla.

Por dónde empezar

Estos son cinco posibles pasos que puede dar cualquier docente que todavía no se haya embarcado en este viaje:

  1. Reflexionar sobre sus prácticas y sus obligaciones profesionales actuales, sobre cómo trabajar de una forma más inteligente y enriquecer sus métodos y el aprendizaje del alumnado.
  2. Iniciar una conversación con colegas o con el equipo directivo del centro sobre la expansión de la IA generativa, sobre todo si siente inquietud. Nadie está solo. Hay que encarar la conversación con sinceridad, exponiendo el nivel de comodidad, y la disposición a aprender. Buscar información y apoyo es una señal de fortaleza profesional, no de debilidad. Queremos tejer redes colaborativas, ya que toda la comunidad docente está explorando este territorio ignoto.
  3. Participar en cursos de desarrollo profesional sobre IA generativa, mantenerse al tanto de las novedades y probar cosas fundamentales para progresar en esta época de novedades. Hablar con su equipo directivo, con el sindicato o las entidades gubernamentales, e informarles sobre la necesidad de apoyo y desarrollo profesional. Y no lo olvidemos... equilibrio.
  4. Participar en debates comunitarios, ya sea en foros, sindicatos, seminarios en línea, comunidades formativas profesionales, etc. Las voces colectivas importan; las experiencias personales en el aula, también.
  5. Empezar por poco, pero empezar ya. Experimentar con la IA generativa y, a medida que se avanza, pensar en estrategias para usarla de un modo más eficiente, y en cómo le gustaría que la usara su alumnado. Recordemos que la experiencia práctica no tiene precio a la hora de valorar los resultados, y meditar sobre cómo avanzar y qué nuevas herramientas probar. Los sitios web AI for Education y Teach AI disponen de recursos interesantes que pueden servir de guía para dar los primeros pasos.

Esta era de la IA apenas acaba de ver la luz. Si contamos con las directrices y el entorno adecuados, junto con un buen desarrollo profesional para afrontar esas conversaciones difíciles, superaremos el reto. Debemos unirnos para asumir el desafío, con transparencia y en constante comunicación, para tener éxito y para que nuestro alumnado también lo tenga.

Como docentes no será difícil. Si realmente nos importa nuestro alumnado, le debemos el aprender rápido, el aceptar verdades innegables y el adaptar nuestras prácticas en pos de su bienestar. Abracemos el caos que supondrá porque, como dice Brene Brown, "la magia se esconde en el desorden".

El pánico no es una opción; el liderazgo y la acción son obligatorios. En lugar de centrarnos en lo que es inviable, pensemos en lo que podemos conseguir. El futuro es incierto, pero tenemos el poder de aprovechar el momento y guiar a nuestro alumnado hacia donde debe ir.

Es esencial que el diseño de políticas y la realidad del aula se retroalimenten, que Gobiernos y sindicatos colaboren. Como docentes, no nos rendimos ante los retos que surgen en clase. Vamos a encontrar soluciones y a transformar este desafío en una oportunidad de oro. Si nos unimos, podemos descubrir cómo integrar la IA generativa de modo que resulte beneficiosa para toda la comunidad educativa.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.