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Mundos de la Educación

Photo: Estela Loth
Photo: Estela Loth

#IWD2019 #Education Voices : “La participación política de las mujeres y su protagonismo en el movimiento sindical brasileño”, por Fátima da Silva

publicado 8 marzo 2019 actualizado 8 marzo 2019
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En América Latina las mujeres alcanzaron hasta hace poco niveles de participación política sin precedentes, con la elección de mujeres como Presidentas en varios de sus países. Dilma Rousseff en Brasil (2011-2016), Cristina Kirchner en Argentina (2007-2015) y Michelle Bachelet en Chile (2006-2010 y 2014-2018) fueron todas presidentas electas durante dos mandatos. Todas ellas militantes de partidos políticos de larga trayectoria y conectados con las demandas populares, derivados de las luchas contra las dictaduras que sacudieron a diversos países de América Latina durante las décadas de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado. En Costa Rica otra mujer elegida por la voluntad soberana del voto popular, Laura Chinchilla (2010-2014), vinculada a las oligarquías locales, también formó parte de esas mujeres en puestos de poder muy importantes y que produjeron cambios legislativos aún más importantes.

Todas estas elecciones fueron resultado de un proceso de participación política femenina en la vida pública de larga data en esos países, que amplió la participación más allá del ámbito doméstico y el cuidado de la familia, tarea asignada históricamente como condición natural al género femenino. Esto representó un enorme avance en un continente marcado por el machismo.

En este nuevo marco social de mayor participación política de las mujeres, y también como su agente propulsor, las mujeres protagonizan movimientos sociales diversos e intensos en la región. En Brasil el movimiento Ele não!(¡Él no!), la manifestación contra Jair Bolsonaro, se convirtió en la mayor movilización de mujeres de su historia, que congregó a millones de mujeres de todas las ciudades del país durante la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales de 2018. Bolsonaro afirmó públicamente, en plena campaña electoral, que “las mujeres deben ganar menos que los hombres porque se quedan embarazadas”, aun ocupando y ejerciendo los mismos cargos en su trabajo. Hoy, el actual mandatario brasileño no tuvo miramientos ni siquiera con su única hija, declarando públicamente que, después de haber engendrado cuatro hijos varones, su única hija fue resultado de un “momento de debilidad”.

El movimiento que visibilizó la lucha de las mujeres salió a las calles para exigirle al Estado políticas y presupuestos que eviten los feminicidios poniendo sobre la mesa el debate sobre el machismo. En Argentina, el movimiento Ni una Menos congregó a las mujeres por la reivindicación de los derechos y por leyes en defensa de sus vidas contra la creciente ola de feminicidios. Ese movimiento pasó a defender con vehemencia el derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo no deseado e inspiró movimientos similares en México, Perú, Chile, Costa Rica y también en Brasil. En  Latinoamérica, el movimiento feminista popular es el gran protagonista por su combatividad en las calles y su capacidad de imponer una agenda pública de defensa de los derechos. Esa creciente ola de participación de las mujeres en la vida política de los países de la región es fruto de muchos años de lucha. En Brasil, antes del movimiento Ele não! e incluso de la elección de la primera mujer como Presidenta de la República, observamos en todos los sectores sociales ejemplos de mujeres que luchan por sus derechos: en el contexto de la lucha campesina tuvimos el ejemplo de Margarida Alves, sindicalista y defensora de los derechos humanos, una de las primeras mujeres en ocupar un cargo de dirección sindical, quien fue brutalmente asesinada en 1983. Todavía hoy en nuestro país se realiza cada año una manifestación de las trabajadoras rurales brasileñas llamada Marcha de las Margaridas, en alusión a la líder asesinada, cuyo nombre en portugués representa la bonita flor blanca y amarilla del mismo nombre.  En defensa de la lucha por la tierra y el medio ambiente Dorothy Stang, conocida como la Hermana Dorothy, una misionera religiosa estadounidense nacionalizada brasileña, fue asesinada en Anapu (Para) en 2005. Desde su llegada a la región amazónica en la década de 1970, asumió como misión la protección del medio ambiente contra la extracción ilegal de madera en la Amazonia. Tras once meses, el brutal asesinato de Marielle Franco, concejala de la segunda mayor ciudad brasileña, sigue impune. El asesinato de la defensora de los abusos policiales y crítica de la intervención federal en la seguridad pública en Rio de Janeiro, aun sin esclarecer, guarda relación con el crimen organizado que actúa desde hace años en Río de Janeiro y se vincula con su defensa intransigente de los derechos humanos

El movimiento sindical brasileño siempre ha incidido en todos estos casos, exigiendo investigación a las autoridades públicas y recordando las hazañas de esas grandes luchadoras sociales y defensoras de los derechos humanos en nuestro país. Los ejemplos citados no reflejan la inmensa participación femenina en todos los sectores de la vida social y política. Brasil, hasta hace poco pionero en la defensa de las mujeres, al sancionar un marco legal para poner fin a la violencia doméstica practicada contra las mujeres, la institución de una Secretaría de Estado Especial de Políticas para las Mujeres y de genero desde la época del gobierno del Presidente Luís Inácio Lula da Silva, que en la actualidad dirige una Ministra de Estado nombrada por los sectores más reaccionarios de las iglesias evangélicas fundamentalistas que, contradictoriamente, utiliza un discurso público moral y religioso al abordar temas tan importantes de políticas públicas.

Para crear una resistencia social a la altura del momento político que el país vive, el movimiento sindical brasileño debe fomentar y crear mecanismos de participación política de las mujeres. La Confederação Nacional dos Trabalhadores em Educação – CNTE/Brasil, por ejemplo, entidad sindical de la que formo parte y en la cual milito actualmente, asumió como principio, desde nuestro último Congreso, la participación paritaria de las mujeres en nuestra dirección. Es fundamental que, en una categoría mayormente formada por mujeres, nuestra dirección sindical refleje esa realidad. De esta manera, es posible fomentar nuestra participación política en un mundo dominado por la misoginia y el machismo. Como afirmaba Marielle Franco, “las rosas de la resistencia nacen en el asfalto. Nosotras recibimos rosas, pero estaremos con los puños cerrados hablando de nuestra existencia contra los gobiernos y desgobiernos que afecten nuestras vidas”.

Este blog forma parte de una serie especial dedicada a la celebración del Día Internacional de la Mujer 2019, la que resalta la perspectiva de género y la educación relacionados con los temas y subtemas del 8º Congreso Mundial de la IE, a realizarse en Bangkok, Tailandia, del 19 al 26 de julio de 2019.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.