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Mundos de la Educación

Género, educación y una visión global de la "crisis de los cuidados"

publicado 26 octubre 2023 actualizado 22 marzo 2024
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La pandemia mundial que asoló el mundo hace apenas unos años fue un triste recordatorio de la fragilidad de las vidas humanas. La enfermedad y las muertes generalizadas, los trastornos económicos, las restricciones a la movilidad y los confinamientos provocados por la propagación incesante del coronavirus resultaron verdaderamente impactantes, casi increíbles para muchos de nosotros.

En el fondo, la pandemia nos envió un duro mensaje sobre la importancia de la salud y el bienestar de las personas para el buen funcionamiento de nuestras sociedades y economías. En última instancia, lo que contribuyó desproporcionadamente a nuestra supervivencia durante este acontecimiento sin precedentes fue el "cuidado".

El cuidado, en este contexto, hace referencia a la labor de mejora de la vida realizada "en parte, como trabajo no remunerado por familias, amigos y miembros de la comunidad y, en parte, como trabajo remunerado realizado por trabajadores y trabajadoras, personal de medicina, personal de enfermería, docentes, personal sanitario a domicilio, cuidadores y cuidadoras infantiles y personal doméstico".

A pesar de su crucial importancia en nuestras vidas, el trabajo de cuidados suele ser un tema complejo de abordar. ¿Qué importancia económica tiene el trabajo de cuidados? ¿Qué impacto tiene el trabajo de cuidados en la vida de los trabajadores y las trabajadoras? ¿A qué retos se enfrentan los trabajadores y trabajadoras del cuidado en todo el mundo? ¿Y qué relación tienen todas estas preguntas con los y las profesionales de la educación, que trabajan en un sector destacado de la economía mundial del cuidado?

Este breve artículo abordará algunas de ellas, adoptando un enfoque global centrado en el género y el sector educativo. Todo ello se analizará más a fondo en un informe de política que se publicará a finales de este año.

Qué es la economía del cuidado y por qué el género es importante

El trabajo de cuidados hace referencia al intrincado conjunto de actividades que sostienen y reproducen la vida. Este trabajo tiene múltiples vertientes y, sobre todo, sustenta toda la actividad económica. En conjunto, el término "economía del cuidado" resume la relación entre las actividades económicas y reproductivas que sostienen las sociedades humanas.

Una característica destacada de la economía del cuidado es que incluye tanto formas de trabajo no remunerado como remunerado. El trabajo realizado por el personal de la educación y el cuidado de la primera infancia y el personal docente de las escuelas, profesionales sanitarios, personal de limpieza y otros proveedores de servicios domésticos son formas remuneradas de trabajo de cuidados. Al mismo tiempo, la energía y el tiempo dedicados a las tareas domésticas como cocinar, limpiar y lavar para uno mismo y para los demás pueden ser formas de trabajo doméstico tanto remuneradas como no remuneradas.

Es imposible hablar de la economía del cuidado sin reconocer la dimensión de género del trabajo de cuidados, tanto remunerado como no remunerado. En términos globales, las mujeres realizan una cantidad desmesurada de este tipo de trabajo en el mundo. La Organización de las Naciones Unidas estima que las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres. El trabajo de cuidados no remunerado representa el 41 % del total de horas de trabajo en el mundo.

La desvalorización de las tareas de cuidado es una fuente estructural de desigualdad de género y, al mismo tiempo, está fundamentada en lógicas de género arraigadas. Sin reconocer esta realidad, no podremos hacer frente a la crisis que sigue repercutiendo negativamente en todos los aspectos de nuestro desarrollo colectivo.

El trabajo de cuidados remunerado también recae mayoritariamente en las mujeres en todo el mundo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que en 2018 la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados ascendía a 381 millones de trabajadores, de los cuales 248,9 millones eran mujeres y 132,1 millones eran hombres. Estos datos revelan una tasa de feminización del 65,3 %. En el sector de la salud, el sector más destacado del trabajo de cuidados remunerado, las mujeres representan el 70 % de los trabajadores en todo el mundo.

Medir este inestimable trabajo es complejo, pero asignarle un valor monetario puede ayudarnos a entender su asombrosa contribución económica. Varios estudios indican que la contribución no remunerada de las mujeres a los cuidados equivale a 11 billones de dólares, es decir, aproximadamente el 9 % del PIB mundial. Estas estimaciones se basan en datos de encuestas sobre el uso del tiempo recogidos en 53 países (un 63,5 % de la población mundial en edad de trabajar) y se valoraron según el salario mínimo por hora de cada país.

Género, cuidados y educación

El sector de la educación [1] es un pilar central de la economía del cuidado. En las economías desarrolladas, donde la fuerza laboral dedicada a la prestación de cuidados suele ser la más numerosa, los sectores de la educación y la sanidad son considerables y están relativamente proporcionados. Entre los países más pobres, el trabajo de cuidados suele ser menor y concentrarse en la educación, mientras que los sectores sanitarios son más reducidos.

El sector de la educación es una fuente de empleo más importante para las mujeres que para los hombres. Alrededor del 7,4 % de todas las mujeres empleadas en el mundo encuentran trabajo en la educación, frente al 3,1 % de los hombres. Sin embargo, existen diferencias regionales importantes: en África y los Estados árabes [2], los hombres tienden a dominar el sector de la educación en general. En las regiones donde el sector de la educación es mayor, como los países desarrollados, el empleo femenino también tiende a ser más elevado.

Las dinámicas de género en el empleo en el ámbito de la educación están muy relacionadas con el trabajo de cuidados. Por ejemplo, la concentración de docentes mujeres tiende a producirse en los primeros años de escolarización y su porcentaje de empleo disminuye en cada nivel de educación sucesivo. Esto sugiere que los roles de género predominantes, que asocian a las mujeres de manera más estrecha con el trabajo reproductivo y el cuidado de los hijos, se reflejan en su participación en la fuerza laboral. Esto, a su vez, produce desigualdades en la forma en que se valora este trabajo.

La educación de la primera infancia ilustra esta marcada coincidencia entre la naturaleza de género del trabajo de cuidados remunerado y su desvalorización. Las mujeres constituyen el 85 % del personal docente de preescolar (generalmente entre los 3 y los 5 años) en todos los países con datos disponibles. Los análisis de la OIT señalan que, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, la remuneración y las prestaciones del personal educativo de la primera infancia suelen ser inferiores a las del personal docente de otros niveles educativos. Este hecho se ha relacionado con el elevado número de mujeres representadas en esta categoría, el escaso reconocimiento de su trabajo y los bajos índices de sindicación. El estudio realizado por la Internacional de la Educación sobre los sistemas de educación infantil en 17 países de casi todas las regiones del mundo reveló que, en su mayoría, el personal docente de la educación de la primera infancia, especialmente en el sector privado, sigue sin formar parte de ningún sindicato.

Entender la "crisis de los cuidados"

Las luchas actuales para lograr la justicia de género y sociedades equitativas, sanas y prósperas se resumen en lo que a menudo se denomina la "crisis de los cuidados". Esta crisis, que lleva mucho tiempo latente bajo las estructuras sociales y económicas, se asocia con: a) la escasez crónica de financiación pública y la desvalorización general del trabajo de cuidados remunerado en las economías, incluido el sector educativo, entre otros, y b) la participación desigual en el trabajo de cuidados no remunerado, donde las mujeres y las niñas soportan la mayor carga. Sin duda, las personas más marginadas por motivos de clase, raza, etnia, religión, orientación sexual o condición migratoria suelen experimentar consecuencias más severas y exacerbadas de esta crisis.

La cuestión de la escasez crónica de financiación pública del trabajo de cuidados remunerado no debería sorprender a los profesionales de la educación. Según las cifras publicadas por la UNESCO en 2023, el 9 % del profesorado de primaria renunció a su trabajo en 2022 (casi el doble de la tasa del 4,6 % registrada en 2015). Según estos datos, esta tendencia también es evidente entre el profesorado de preescolar donde, anualmente, una media global del 5 % abandona la profesión. La agencia de la ONU estima que es necesario contratar a 44 millones de docentes más para garantizar que todos los niños y niñas del mundo reciban educación.

La escasez de docentes es mundial: en el África subsahariana se necesitan 15 millones de docentes para cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible de educación para todos en 2030 (ODS 4), mientras que en Europa y Norteamérica se necesitan 4,8 millones. Este déficit global está estrechamente relacionado con el deterioro de las condiciones laborales —incluidas las salariales y de conciliación de la vida laboral y familiar— del personal educativo y la única solución pasa por una financiación pública sostenida de la educación. La OIT señala que "entre 2005 y 2015, los salarios oficiales del personal docente disminuyeron en términos reales en un tercio de los países con datos disponibles".

Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que las mujeres constituyen la mayor parte de la fuerza laboral del sector educativo a nivel mundial, la dinámica del trabajo de cuidados no remunerado adquiere igual relevancia en este contexto. La creciente presión para realizar trabajos de cuidados no remunerados es un problema urgente debido a factores como la escasez de servicios de guarderías y atención sanitaria asequibles en muchos países.

Durante la pandemia, las medidas de confinamiento y otras políticas restringieron la movilidad de los trabajadores y las consecuencias del trabajo de cuidados no remunerado se hicieron cada vez más evidentes entre el personal educativo. El estudio del Centro feminista de Información y Acción (CEFEMINA) sobre la crisis de los cuidados entre maestras de ocho países de América Latina durante la pandemia reveló que las docentes mujeres experimentaron una "agudización de la crisis de los cuidados" durante ese periodo, y una de cada cuatro maestras indicó que había aumentado el tiempo que dedicaba a las responsabilidades de cuidado de adultos no dependientes.

Todo ello está en consonancia con las conclusiones generales de la IE sobre sus afiliadas mujeres durante la pandemia, quienes señalaron que, debido al aumento de la carga del trabajo de cuidados, "se vieron obligadas a abandonar la docencia por la incertidumbre de la pérdida de ingresos, además de aquellas que lo hicieron debido al estrés provocado por la transición a la enseñanza en línea".

La siguiente cita de una informante clave entrevistada en este estudio explica la relación entre el trabajo de cuidados no remunerado y la enseñanza durante la pandemia:

Las familias monoparentales se ahogan en tareas constantemente, no tienen tiempo para nada que no sea el cuidado de los hijos, el trabajo y las tareas domésticas. Trabajo fuera del horario laboral, falta de tiempo de preparación, trabajo precario, tener que cubrir clases, todas estas cosas existían desde antes, como la falta de igualdad de las mujeres, pero durante la pandemia vimos que todo ello tuvo un gran impacto en su salud mental".

Informador clave - Europa

Esta afirmación resume el problema central de la crisis de los cuidados: el empeoramiento de unas condiciones de trabajo insostenibles para el personal docente y la carga injusta y desigual del trabajo de cuidados que afecta de manera desproporcionada a las mujeres.

Conclusión

La relevancia del trabajo de cuidados para sostener, proteger y mejorar nuestras sociedades y economías ya no admite debates, sobre todo después de lo que hemos sufrido durante la pandemia mundial. A pesar de ello, aún queda mucho por hacer para reconocer, valorar y respaldar el trabajo de cuidados en todas sus manifestaciones en nuestro sistema mundial.

El sector educativo está caracterizado por una feminización, desvalorización y escasez de financiación generalizadas. Todo ello plantea la perspectiva de una crisis de manera inequívoca. La Internacional de la Educación, en colaboración con diversas organizaciones que defienden los derechos del personal docente y otros profesionales del cuidado, ha destacado las consecuencias desastrosas que podría tener para el desarrollo sostenible, la pobreza mundial y la desigualdad el hecho de continuar con los modelos actuales de escasez de financiación y falta de atención al trabajo de cuidados.

Este breve resumen ha demostrado la importancia absoluta de incorporar el género a cualquier debate sobre la economía del cuidado. Los roles de género, que influyen tan significativamente en la distribución de las responsabilidades laborales tanto en la sociedad como en los hogares, son una herramienta clave para entender la economía del cuidado en sus dimensiones remunerada y no remunerada. Las expectativas sociales de género que asignan a las mujeres las principales responsabilidades de cuidado infantil, tareas domésticas y otras formas de cuidado, tienen como resultado que las mujeres de todo el mundo dediquen un tiempo desproporcionado a los trabajos no remunerados. Todo ello incide directamente en su participación en el empleo remunerado, incluidos el salario, las prestaciones, la seguridad laboral y la progresión en el trabajo. Como hemos visto, la alta representación de las mujeres en sectores como la educación infantil está directamente relacionada con salarios más bajos, condiciones laborales más precarias y tasas de abandono elevadas. Por lo tanto, la desvalorización de las tareas de cuidado es una fuente estructural de desigualdad de género y, al mismo tiempo, está fundamentada en lógicas de género arraigadas. Sin reconocer esta realidad, no podremos hacer frente a la crisis que sigue repercutiendo negativamente en todos los aspectos de nuestro desarrollo colectivo.

1. ^

Este sector se define de tal forma que incluye "la educación y el cuidado infantil en escuelas, centros de educación preescolar, centros de cuidado familiares y otras estructuras para el cuidado de los niños y niñas más pequeños" (Duffy & Armenia, 2021, p. 4).

2. ^

Según la definición de la Organización Internacional del Trabajo, los Estados árabes son Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Jordania, Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Siria, los territorios palestinos ocupados y Yemen.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.